domingo, 29 de octubre de 2017

Filosofía



Esta vez elegí un libro de Bertrand Rusell (1872-1970) Premio Nobel de Literatura y uno de los grandes pensadores del siglo XX.

En sus ensayos sobre filosofía, trata de promover su estudio, empezando por una definición moderna: “Filosofía” significa “amor a la sabiduría”, es lo que los hombres deben adquirir si se quiere que los nuevos poderes inventados por los técnicos y entregados por ellos a los hombres y mujeres corrientes para que los manejen, no precipiten a la humanidad a un espantoso cataclismo. Una definición acorde con la época en que estaba reciente el descubrimiento de la bomba atómica.

En su ensayo señala que la filosofía clásica tenía dos objetivos distintos:
  • Comprender el mundo que nos rodea.
  • Comprender cual es la mejor forma posible de vida.
Así, la filosofía ha estado toda la historia muy ligada a la religión y luego a la ciencia, de hecho la ciencia poco a poco ha ido comiéndole contenidos a la filosofía, cosas que se consideraban teorías filosóficas fueron posteriormente encuadradas dentro del ámbito de la ciencia a medida que esas teorías han podido ir poniéndose a prueba y han podido ir verificándose. 
Pese a ello, aún hoy hay muchas preguntas que podemos hacernos y que la ciencia aún no explica como: ¿Sobrevivimos a la muerte de algún modo?¿Tiene el universo algún propósito? Y si lo tiene, ¿es importante la vida tal y como la conocemos en ese propósito? Estas y otras preguntas quedan aún por resolver.

Los avances científicos y tecnológicos del mundo moderno hacen necesario adiestrar a una gran cantidad de personas de forma muy especializada pero no debemos olvidar que debemos estudiar también cómo utilizar nuestro dominio sobre las fuerzas de la naturaleza para mejorar la vida y la felicidad de las personas, para asegurarnos de que el planeta no es devastado. Es necesaria una amplia investigación de la vida humana, en el pasado como en el presente y una apreciación de las fuentes de desdicha o satisfacción tal como aparecen en la historia. De eso se encarga la filosofía y no debemos excluirla de los planes de estudio.

 
En su ensayo “Filosofía y política” hace un desarrollo de las 3 grandes corrientes filosóficas desde el pasado. Plantea 2 extremos que debemos evitar:

Por un lago están los “escépticos” como Protágoras o Hume que plantean que nada es seguro y nada puede demostrarse por lo que no hay nada en lo que creer. 

Frente a ellos están los “dogmáticos” como Hegel o Platón que defendían la idea de las verdades absolutas e indiscutibles. 

En el medio quedan los “empiristas” como Demócrito o Locke que establecen que existe incertidumbre en nuestro conocimiento pero no hasta el extremo de no creer en nada como los escépticos sino que debemos aceptar que podemos estar equivocados y debemos tener en cuenta esa posibilidad pero debemos ir aceptando las explicaciones que parecen más realistas en cada momento.

Los sistemas dogmáticos aplicados en política han llevado a regímenes oligárquicos donde la autoridad marca lo que se debe pensar como verdades absolutas e indiscutibles que llevan como consecuencia la persecución de los que no piensan como marca la oligarquía dominante, el odio sistemático al resto, no hay cabida a la discusión y casi siempre acaba degenerando en conflictos y guerras.

En cambio el empirismo ha conducido a sistemas democráticos, donde la libertad y la tolerancia son las ideas fundamentales. En estos sistemas se realiza una sumisión a la mayoría después de que todas las partes hayan tenido oportunidad para presentar su opinión. Es un sistema similar a la ciencia donde se dan por verdaderos, ciertos conocimientos pero solo hasta que un hecho o experimento posterior demuestra que ese conocimiento no era correcto o no era exacto para pasar sin traumas a una nueva apreciación de la realidad. 

En un sistema así, el fin no justifica unos medios trágicos dado que no tenemos la completa seguridad de que ese fin va a ser conseguido. Por supuesto se toman decisiones en busca de mejoras en el nivel de vida o en la mejora de las condiciones humanas pero siempre teniendo en cuenta los riesgos y sabiendo que a veces podemos estar equivocados.

Concluye Rusell estableciendo que el liberalismo empirista o el socialismo democrático son los únicos sistemas que llevarán a la felicidad humana y podrán evitar el final catastrófico de la humanidad.

Qué decir, que me parece completamente acertado que los dogmas han llevado a la catástrofe a demasiados países y que la libertad y la democracia, aun dentro de su imperfección, son los sistemas que se han mostrado más justos y eficaces de cara a conseguir un mundo mejor. ¿Queremos que nuestros políticos sean filósofos? Si son filósofos empíricos desde luego. ¿Es necesaria la filosofía en nuestras escuelas? Por supuesto, la filosofía ha sido fundamental para que el ser humano busque y comprenda (hasta donde ha podido) el mundo donde vivimos y solo conociéndolo podremos conseguir que sea más feliz y que sea sostenible.

1 comentario:

Nikito dijo...

Estoy empíricamente de acuerdo contigo, hasta que aparezca un nuevo argumento que me has cambiar de posición ;-)