Rousseau plantea un regreso a la naturaleza pues afirma:
El mal primigenio y todo lo perverso está en la sociedad.
Con la agrupación social nace la desigualdad.
A diferencia de los
autores anteriores Rousseau arremete contra la propiedad como origen de
todos los males y de la división y discriminación entre los humanos.
Con
la civilización el hombre se transforma deja de ser auténtico y pone el
parecer por delante del ser, porque vive de cara a los demás y le
importa el reconocimiento de los otros. Todo cuanto le rodea le invita a
mostrarse diferente de como es y aparentar lo que los otros quieren
ser. Y de todo ello es culpable la propiedad privada:
El primero que habiendo cercado un terreno se atrevió a decir "esto es mío" y encontró gente tan estúpida como para creérselo, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, muertes, cuántas miserias y horrores habría ahorrado el género humano quien, arrancando las estacas, o llenando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: "guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie"!.
Rousseau
plantea la historia en una serie de etapas que van desde el mundo
salvaje, pasando por el actual donde aparece la propiedad privada y el despotismo de los ricos, hasta una sociedad final donde reina el imperio de la "voluntad general".
Hay que superar la inestabilidad inherente a la sociedad burguesa en la que prima el egoísmo sobre el bien general para alcanzar un auténtico pacto social que dará paso a la sociedad política ideal.
La
voluntad general pretende representar esa voluntad a favor del bien
común, que debería ser la de todos los ciudadanos, aunque, de hecho, no
coincide nunca con lo que quieren todos y cada uno. No puede ser la
voluntad de unos pocos que pretenden dominar a los demás, sino la
expresión de aquello que todos deberían anhelar porque coincide con el
bien de todos.
Y ¿cómo se llega a esta voluntad
general? Para ello está la democracia y anticipa lo que luego afirmarán
todas las éticas procedimentales: la voluntad general surgirá de un
pacto social que permita la participación de todos los ciudadanos en la
elaboración de las leyes, sin exclusión de nadie. Una participación, por
otra parte, en la que se sepa renunciar a las singularidades y buscar lo
común, pues cada individuo tiene como tal una voluntad particular que no
tiene por qué coincidir con la voluntad que debería tener como
ciudadano. Para ello es fundamental que el pueblo
reciba una correcta educación y además hay que vigilar que la
comunicación entre las personas no sea manipulada.
La tensión entre individuo y sociedad siempre ha sido el tema de la ética.
El hombre sin duda es un animal social pero ¿es también la sociedad la que hace que salgan sus peores instintos? Sin sociedad no tendría sentido la palabra egoismo, pero tampoco lo tendría la compasión, la solidaridad o la fraternidad.
La ética trata de responder a esa cuestión de cómo debemos comportarnos cuando vivimos en sociedad.
Jean-Jacques Rousseau (painted portrait) de Maurice Quentin de La Tour - Desconocido, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24158
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