domingo, 18 de febrero de 2024

ÉTICA VIII: HUME

 


A lo largo de las anteriores entradas nos ha quedado la duda de si la tendencia original y "natural" al referirse a la condición humana es el egoísmo o la benevolencia. Muchos filósofos han optado por una u otra sin llegar a demostrar cuál es la verdadera.

 
Es de destacar, por ejemplo, a Bernard de Mandeville que en su libro "La fábula de las abejas" desarrolla la teoría de que el hombre siempre actúa con egoísmo y en busca de su interés particular, lo cual, a su juicio, no es negativo, ya que gracias a los vicios privados, como el afán de lucro, progresa la economía y ello redunda en beneficio de todos. Una tesis que se ha convertido en el principio fundacional de eso que hoy llamamos el neoliberalismo.
 
Otra duda que ha enfrentado a los filósofos es si la moral debe definirse en base a la razón o es algo que se siente.
 
Victoria Camps señala a Hume como uno de los defensores del pensamiento empirista es decir que la moral está basada en el sentimiento y al servicio de las pasiones.
 
"La razón es inerte, no influye en la conducta, sirve para descubrir la verdad o la falsedad, pero no mueve a actuar. La moral, en cambio, necesita las pasiones y produce o previene ciertas acciones".
 
A diferencia de Hobbes o Spinoza, afirma sobre el contrato social:
 
"Nunca el poder político se ha originado en un contrato, consentimiento o compromiso mutuo de todos los seres humanos. Quienes defienden el contrato social olvidan que el origen del poder político siempre ha sido la conquista, la usurpación o la sumisión involuntaria".
 
También afirma:
 
"Que no podamos aludir a la teoría del contrato como fundamentación del estado y del derecho no significa que no sea necesaria la justicia pues el sentimiento de simpatía por sí solo no evita las guerras ni los conflictos humanos que llevan a la dominación de unos por otros".
 
"Es necesaria a la justicia porque es un requisito para el bienestar de la humanidad y para la existencia de la sociedad. Todas las instituciones que dan soporte a la justicia son una necesidad social. Existen otras virtudes sociales más instintivas o "naturales" que nacen de las relaciones estrechas entre las personas, las relaciones filiales o de amistad, pero la virtud social de la justicia tiene un origen distinto porque su propósito es la felicidad no de los más allegados, sino de toda la sociedad y aún de toda la humanidad, el bien general". (...)
 
"Hace falta la justicia porque existe la sociedad y porque no hay suficientes recursos para proporcionar a todos lo necesario (aquí  hace referencia al concepto de que también señaló Locke de "propiedad"). En una sociedad de la abundancia no haría falta a la justicia porque no sería preciso repartir nada. Tampoco sería necesaria la justicia si los hombres fueran benevolentes y desinteresados con todo el mundo, pero el sentimiento de benevolencia y la imparcialidad no suele aplicarse por igual a todos los hombres. Así, la justicia tiene un fin que la benevolencia por sí sola no satisface. La justicia actúa en beneficio de la sociedad, la seguridad y el orden".

 

En una sociedad, lo justo y lo injusto es el resultado de las acciones del individuo dentro del marco social acordado para la convivencia: El que actúa de acuerdo a las leyes de justicia, es un hombre bueno y el que se deja vencer por el egoísmo y no las respeta, es un mal hombre. Ser bueno o malo es el resultado de la obediencia o no de las leyes sociales de justicia.


 

Grabado de David Hume de Simon Charles Miger after Charles-Nicolas Cochin II - Esta imagen fue donada a Wikimedia Commons por en el marco de un proyecto del Galería Nacional de Arte., CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=81929680

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