
El desarrollo de la tecnología y de la 
ciencia que caracteriza nuestro mundo moderno, ha proporcionado 
respuestas a muchas de las incógnitas que los humanos hemos tenido en el
 pasado. Y no sólo ha dado respuestas, sino también
 ha proporcionado la posibilidad de hacer cosas que antes quedaban 
reservadas para los dioses. Un hombre del año 1 DC interpretaría como milagros muchas de las cosas que hacemos habitualmente.
 
Hemos
 llegado a un punto donde ha surgido la necesidad de encontrar una 
respuesta a la pregunta: se puede hacer pero... ¿debería hacerlo?
 
Por
 ejemplo, se puede experimentar con seres humanos pero ¿debería hacerlo?
 ¿hasta dónde podemos llegar en esta experimentación? ¿Es suficiente con 
la autorización de la persona?. ¿Y con animales?¿Hasta dónde?. Y
 no solo con la experimentación. Se puede fabricar un arma que 
destruyera nuestro planeta, somos capaces de hacerlo, pero ¿deberíamos?.Muchos
 mirarían a sus dioses buscando la respuesta, aunque cierto es que los 
dioses rara vez se comunican con sus fieles seguidores (o lo hacen de 
forma poco fehaciente).
 
La ética surge como una 
forma de buscar respuesta a estas incógnitas y así, esta aplicación de la
 ética a la medicina, a la investigación, pero también a las empresas, la 
banca, los medios de comunicación o a la inteligencia artificial es la 
que ha venido en llamarse ÉTICA APLICADA. 
 
A lo 
largo de XXI entradas al blog, he planteado diversos puntos de vista 
desde donde afrontar la ética. Volviendo al libro de Victoria Camps 
podemos decir que resume toda esta historia en tres formas de hacer 
filosofía moral: 
- Desde las virtudes 
- Desde los principios 
- Desde las consecuencias
 
Estas tres formas de afrontar la ética no son excluyentes sino complementarias de cara al uso de la ética aplicada. Los
 principios orientan pero debe ser atemperados y domados en función de 
las consecuencias que tampoco deben ser la última palabra. 
 
Según Weber: 
 
"Necesitamos
 tanto unos principios firmes como tener en cuenta las consecuencias de 
lo que hacemos para abordar cualquiera de los interrogantes morales que 
se nos plantean"
 
Más aún. No basta con entender que
 ambos modelos son complementarios, sino que falta algo. Falta la 
mediación entre la teoría y la práctica que consiguen las virtudes, es 
decir, de una buena disposición moral por parte de los sujetos a actuar 
como es debido. Cuando las buenas costumbres o la tendencia a hacer el 
bien no existen, los códigos de principios y la atención a las 
consecuencias son inútiles como orientadores de la conducta, porque 
falta la voluntad del sujeto de tenerlos en cuenta. En tales casos, 
sólo la ley con su aparato coactivo tiene fuerza para obligar a cumplir 
la norma. 
La democracia 
necesita buenas costumbres para que las instituciones funcionen como 
deben, pues, a fin de cuentas, estas dependen del buen o el mal hacer de
 las personas que las gestionan.
 
La ética aplicada
 no consiste en un procedimiento estándar a aplicar a los problemas 
éticos pues, como hemos visto, hay tres enfoques diferentes a la hora de
 afrontar una decisión ética. Los problemas éticos
 aparecen cuando varios valores entran en conflicto, valores todos ellos
 irrenunciables, por lo que optar por uno excluir al otro es erróneo. La
 sabiduría ética consiste en conseguir el equilibrio de los valores en 
conflicto, lo que lleva al esfuerzo de matizarlos y profundizar en 
ellos. Por tanto el método más idóneo para tratar temas de ética es la 
deliberación, y la virtud más necesaria es la prudencia aristotélica: la frónesis.  
Porque a diferencia de la ciencia, que 
se basa en demostraciones, la prudencia se aplica a aquello que puede 
ser visto de varias maneras y no es empíricamente demostrable. Las
 cuestiones morales no pertenecen a la ciencia deductiva, son opinables
 y paradójicas; de ahí que la deliberación y la prudencia sea en el 
escenario y la manera de ser más adecuados para tratarlas.
 
Tanto
 para aplicar bien la legislación como para reaccionar ante los vacíos y
 las ambigüedades de la ley, la actitud prudencial, responsable y 
abierta a la deliberación es la más correcta -la más prudente- en 
sociedades democráticas. Propiciar una comunicación donde todos los 
afectados pueden expresarse y ser tenidos en cuenta. Ese es el sentido 
de la democracia. Tras varios siglos de investigación sobre la razón 
práctica, hoy pensamos que esta no se agota en la formulación de una ley
 moral, sino que es algo que hay que ir descubriendo y determinando 
colectivamente.
Aquí termino mi repaso al libro "Breve historia de la ética" de Victoria Camps. En un mundo donde la ciencia y la tecnología han avanzado tanto que los hombres tienen el poder de autodestruirse es más necesario que nunca el avance de la ética y de las ciencias humanas. Igual que nadie entrega un arma a un niño pequeño, el hombre debe madurar para utilizar de forma correcta las herramientas que los avances científicos y tecnológicos nos hemos proporcionado. Repito aquí la frase de Carl Sagan que encabeza mi blog:
"Estamos en una encrucijada histórica para nuestra civilización y 
quizás para nuestra especie, de nosotros depende que el ser humano 
prospere o desaparezca" 
 
Imagen:  Flammarion 1280 by Michael Thydell, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons
		
			Un viajero pone su cabeza bajo el borde del firmamento en la impresión original (1888) del grabado en madera de Flammarion.
			
				
		
 
 
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