martes, 30 de abril de 2024

ÉTICA y XXII: LA ÉTICA APLICADA

 

 


El desarrollo de la tecnología y de la ciencia que caracteriza nuestro mundo moderno, ha proporcionado respuestas a muchas de las incógnitas que los humanos hemos tenido en el pasado. Y no sólo ha dado respuestas, sino también ha proporcionado la posibilidad de hacer cosas que antes quedaban reservadas para los dioses. Un hombre del año 1 DC interpretaría como milagros muchas de las cosas que hacemos habitualmente.
 
Hemos llegado a un punto donde ha surgido la necesidad de encontrar una respuesta a la pregunta: se puede hacer pero... ¿debería hacerlo?
 
Por ejemplo, se puede experimentar con seres humanos pero ¿debería hacerlo? ¿hasta dónde podemos llegar en esta experimentación? ¿Es suficiente con la autorización de la persona?. ¿Y con animales?¿Hasta dónde?. Y no solo con la experimentación. Se puede fabricar un arma que destruyera nuestro planeta, somos capaces de hacerlo, pero ¿deberíamos?.Muchos mirarían a sus dioses buscando la respuesta, aunque cierto es que los dioses rara vez se comunican con sus fieles seguidores (o lo hacen de forma poco fehaciente).
 
La ética surge como una forma de buscar respuesta a estas incógnitas y así, esta aplicación de la ética a la medicina, a la investigación, pero también a las empresas, la banca, los medios de comunicación o a la inteligencia artificial es la que ha venido en llamarse ÉTICA APLICADA. 
 
A lo largo de XXI entradas al blog, he planteado diversos puntos de vista desde donde afrontar la ética. Volviendo al libro de Victoria Camps podemos decir que resume toda esta historia en tres formas de hacer filosofía moral: 
- Desde las virtudes 
- Desde los principios 
- Desde las consecuencias
 
Estas tres formas de afrontar la ética no son excluyentes sino complementarias de cara al uso de la ética aplicada. Los principios orientan pero debe ser atemperados y domados en función de las consecuencias que tampoco deben ser la última palabra. 
 
Según Weber: 
 
"Necesitamos tanto unos principios firmes como tener en cuenta las consecuencias de lo que hacemos para abordar cualquiera de los interrogantes morales que se nos plantean"
 
Más aún. No basta con entender que ambos modelos son complementarios, sino que falta algo. Falta la mediación entre la teoría y la práctica que consiguen las virtudes, es decir, de una buena disposición moral por parte de los sujetos a actuar como es debido. Cuando las buenas costumbres o la tendencia a hacer el bien no existen, los códigos de principios y la atención a las consecuencias son inútiles como orientadores de la conducta, porque falta la voluntad del sujeto de tenerlos en cuenta. En tales casos, sólo la ley con su aparato coactivo tiene fuerza para obligar a cumplir la norma. 

La democracia necesita buenas costumbres para que las instituciones funcionen como deben, pues, a fin de cuentas, estas dependen del buen o el mal hacer de las personas que las gestionan.
 
La ética aplicada no consiste en un procedimiento estándar a aplicar a los problemas éticos pues, como hemos visto, hay tres enfoques diferentes a la hora de afrontar una decisión ética. Los problemas éticos aparecen cuando varios valores entran en conflicto, valores todos ellos irrenunciables, por lo que optar por uno excluir al otro es erróneo. La sabiduría ética consiste en conseguir el equilibrio de los valores en conflicto, lo que lleva al esfuerzo de matizarlos y profundizar en ellos. Por tanto el método más idóneo para tratar temas de ética es la deliberación, y la virtud más necesaria es la prudencia aristotélica: la frónesis.
 
Porque a diferencia de la ciencia, que se basa en demostraciones, la prudencia se aplica a aquello que puede ser visto de varias maneras y no es empíricamente demostrable. Las cuestiones morales no pertenecen a la ciencia deductiva, son opinables y paradójicas; de ahí que la deliberación y la prudencia sea en el escenario y la manera de ser más adecuados para tratarlas.
 
Tanto para aplicar bien la legislación como para reaccionar ante los vacíos y las ambigüedades de la ley, la actitud prudencial, responsable y abierta a la deliberación es la más correcta -la más prudente- en sociedades democráticas. Propiciar una comunicación donde todos los afectados pueden expresarse y ser tenidos en cuenta. Ese es el sentido de la democracia. Tras varios siglos de investigación sobre la razón práctica, hoy pensamos que esta no se agota en la formulación de una ley moral, sino que es algo que hay que ir descubriendo y determinando colectivamente.

Aquí termino mi repaso al libro "Breve historia de la ética" de Victoria Camps. En un mundo donde la ciencia y la tecnología han avanzado tanto que los hombres tienen el poder de autodestruirse es más necesario que nunca el avance de la ética y de las ciencias humanas. Igual que nadie entrega un arma a un niño pequeño, el hombre debe madurar para utilizar de forma correcta las herramientas que los avances científicos y tecnológicos nos hemos proporcionado. Repito aquí la frase de Carl Sagan que encabeza mi blog:

"Estamos en una encrucijada histórica para nuestra civilización y quizás para nuestra especie, de nosotros depende que el ser humano prospere o desaparezca"

 

Imagen:  Flammarion 1280 by Michael Thydell, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons

Un viajero pone su cabeza bajo el borde del firmamento en la impresión original (1888) del grabado en madera de Flammarion.

 

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